Efeméride • 10 June 2020
El exilio infantil. 10 de junio de 1937, la segunda gran evacuación de menores durante la guerra
Siguiendo a esta gran evacuación, el Gobierno de Euzkadi organizó, aproximadamente, 60 nuevas expediciones en unos 30 barcos.
Ante los bombardeos indiscriminados de poblaciones indefensas por parte de las tropas rebeldes y con Bilbao a punto de caer, el 10 de junio de 1937 el Gobierno de Euzkadi organizó una segunda gran expedición para evacuar a niños y protegerles de los peligros de la guerra. Del puerto de Santurtzi partieron hacia Burdeos en el buque Habana cerca de 5.000 niños y niñas, de los que unos 1.700 serían reembarcados en el “Sontay” y llevados hasta Leningrado. El resto se quedaría en Francia y Bélgica acogidos por familias y por organizaciones católicas e izquierdistas. Siguiendo a esta gran evacuación, el Gobierno de Euzkadi organizó, aproximadamente, 60 nuevas expediciones en unos 30 barcos.
Las grandes evacuaciones de la población civil, que comenzaron a principios de mayo de 1937, se intensificaron a lo largo de este mes, y ya no se interrumpirían hasta la caída de Bilbao. Barco tras barco- unas veces en el “Habana” y el “Goizeko-Izarra” de Sota, y otras en embarcaciones de menos lujo-, el éxodo no se detuvo hasta lograr la ansiada tranquilidad en Francia y otros países. Según el periodista G. L. Steer, la protección naval que les brindaban los barcos británicos exasperaba a los franquistas y sus partidarios, que consideraban que con ello se ayudaba a los vascos a resistir.
Tras la caída de Bilbao, muy pronto comenzaron las organizaciones franquistas y los medios de comunicación al servicio de la España nacional en sus demandas de repatriación masiva e indiscriminada de los niños exiliados, aduciendo que estos habían sido evacuados en contra de la voluntad de sus padres. Incluso llegaron a afirmar que el Gobierno vasco había secuestrado a los menores. En esta campaña de propaganda participó también, de una forma activa, el Vaticano, a través del Secretariado de la Delegación Apostólica, creada, supuestamente, para ayudar en la repatriación de los niños y niñas, pero que en realidad no dejaba de ser una “tapadera” de embajada de la Santa Sede ante Franco.
Finalmente se impuso el retorno gradual gracias la actuación de las propias familias, de las autoridades vascas y al Comité inglés, que deseaban una reunificación de las familias, producida con el acuerdo expreso de los padres.
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