Efeméride • 7 juillet 2020
La isla de San Nikolas de Lekeitio, un tesoro de restos arqueológicos
El islote atesora restos de una ermita del siglo XV, de un convento franciscano del XVII y restos militares de los siglos XVIII y XIX.
Tal día como hoy, el 7 de julio de 1617, el Ayuntamiento de Lekeitio cedió la isla y la ermita de San Nicolás de Bari a los padres franciscanos recoletos para la fundación de un convento. La comunidad de frailes residió en la isla hasta 1650. Durante un tiempo el convento acogió a enfermos de lepra que eran enviados allí para no contagiar al resto de la población. La falta de agua dulce y las inclemencias de los elementos dificultaban la labor de los franciscanos por lo que treinta y tres años después decidieron abandonarla. La isla con su ermita y convento volvieron entonces a manos del cabildo, según estaba previsto en la escritura de cesión. Demolida la ermita en 1795 durante la guerra contra los franceses, nunca más se volvió a restaurar.
Con un tamaño de 250 metros de largo y una altura de 48 metros en su cima, la isla se encuentra hoy día deshabitada y se presenta salvaje. Pero Garraitz, como es conocida, erróneamente, en la actualidad, atesora vestigios de épocas anteriores que guardan múltiples historias y leyendas.
Al sur de la isla quedan los restos de la antigua ermita que fue construida en el siglo XV y posteriormente, en el XVII reconvertida en convento franciscano. Otros vestigios arqueológicos se encuentran en la parte más alta de la isla. Estos son de origen militar y fueron utilizados por los franceses a comienzos del siglo XIX. Perduran, asimismo, otras estructuras de paredes a modo de baterías vigías que controlaban todo el tráfico marítimo, así como un polvorín. En el perímetro de la isla quedan los restos de piedra que nos advierten lo que parece una fortaleza amurallada.
El pasado año, el Ayuntamiento de Lekeitio, la asociación cultural Atabaka y la sociedad de ciencias Aranzadi pusieron en marcha un proyecto para poner en valor la isla y los tesoros arqueológicos que se conservan en el pequeño islote. De lo contrario, afirman desde Atabaka “dentro de poco, pocos sabrán que en la isla hubo ermita en el siglo XV, convento franciscano en el XVII y fortaleza en varias épocas a lo largo de cuatro siglos”.